Juana Rozas se hizo la película, de nuevo. La joven cantante y actriz publicó Tanya, su segundo álbum, que presentará este jueves 29/5 en Niceto Club y que también es un corto para ver en YouTube. Protagonizada por ella misma, la pieza audiovisual es una horror movie de media hora que da lugar a la expansión de la locura y el dolor, en una especie de hospital psiquiátrico a cielo abierto.
Es que, en Juana, dos dimensiones del arte se aproximan: la actuación y la música. De chica, cantaba y estaba rodeada del mundo de la actuación. Su mamá iba a talleres de teatro y la llevaba a ver obras, y una de sus hermanas también incursionó en ese plano. Como algo completamente natural para ella, terminó anotándose en la Escuela Metropolitana de Arte Dramático (EMAD) y estudió allí durante cuatro años. Además, actuó en dos obras: Todo tendría sentido si no existiera la muerte, de Mariano Tenconi Blanco; y El placer, de Jorge Eiro. La actuación exigía mucho de ella y un día decidió dejarla, enfocarse en la música, su primer amor.
Estudió en varios conservatorios (en el José Hernández, de Vicente López; la Escuela de Música Popular de Avellaneda, y el Manuel de Falla, en CABA) y no terminó en ninguno. Una persistencia en los comienzos. De todos modos, se llevó bastante: aprendió a leer partituras, de rítmica y a tocar instrumentos. Define que aprendió a tocar la guitarra "como jazzero de conservatorio". Y, sobre todo, se llevó amigos. Con ellos formó en paralelo a la actuación varias bandas de rock que luego se disolvieron.
Juana y sus criaturas
Fruto del encierro de la pandemia, en 2022 nació Vladi, un disco oscuro, tecnoso, con un anclaje en la deformación exagerada de la voz con autotune. "Vladi fue muy digital, muy de la pandemia. De hecho, lo empecé a hacer y después me junté con Manu Dengis, que fue el productor, y lo trabajamos entre los dos en su casa, en la compu. Hubo un bajo, algún teclado, pero nada más. Tenía las voces muy tuneadas. Era más robótico", explica Juana, sentada en las oficinas de su discográfica actual, en plena rueda de prensa. Vladi también tuvo su versión audiovisual, donde el personaje del disco, una especie de alterego, cobró vida de la mano de Juana. Una chica perturbada bailaba en una especie de rave y podía cantar letras como "se siente fatal tanta adicción a los problemas", mientras un muchacho en cuero la cargaba hacia una cama en la oscuridad.
Visto a la distancia, Vladi fue un proto-Tanya. "Es una continuación. Sin embargo, también puede llegar a ser lo primero que quise hacer. Tanya vino antes que Vladi, fue mi primera idea, que después se fue convirtiendo en otra cosa, y ahora llegó finalmente a ser Tanya. Hay una transformación que se va visualizando en el camino", explica. Como se puede ver en el corto, Tanya viene escapando de un trauma, de un dolor muy fuerte. Es una mujer sufriente que llega a una ciudad llena de gente extravagante, extraña, loca, y tiene que lidiar con eso, pero sobre todo con los propios demonios, que vuelven a ella constantemente.
La inspiración estética para el personaje vino de la mano de Tanya McQuoid, de la serie de The White Lotus, interpretada por Jennifer Coolidge. "Ella tiene una cara particular, de por sí, naturalmente, con los labios medio explotados, los ojos así –abre los ojos exageradamente–, tetona, muy operada. Me gustó mucho ese personaje y tomé un poco de ella. Después se fue a otro lado el personaje", cuenta Juana. Las primeras ideas incluían un psiquiátrico gigante lleno de Tanyas atrapadas y un médico que se llamara Antonio. Este personaje después aparece en el disco y en el corto, pero no como médico, sino como una especie de proxeneta. La idea original del psiquiátrico era difícil de llevar a cabo para el corto, por eso armaron "un loquero en la calle".
Juana y sus imágenes
Al hablar de la gestación del disco, Juana siempre lo expresa en imágenes. No puede escindir la creación del personaje y lo visual, de lo musical. Va todo de la mano: "Pienso la música visualmente. Quise representar todo esto de la locura y la ansiedad de este personaje con la música también, toda distorsionada, gritando y con momentos de mucha euforia. De repente, un toque de paz, pero de nuevo la euforia, esto de la locura y la ansiedad".
A nivel sonoro, Nine Inch Nails fue una gran inspiración; de hecho, en "Dejándote ir" hay una parte final instrumental en la que samplean pianos del disco Ghosts. "Es como una serie de discos que son todos instrumentales, son terribles, muy tétricos. Y Andy se armó unas melodías con ese piano. Que los finales de los temas sean casi todos raros es bastante referencia a esa banda", dice Juana. Por otra parte, a nivel canto, Poppy fue una referente: "Es una chica que juega con una cosa medio cute y de repente se vuelve loca, hace guturales, grita y cambia. Juega mucho con lo performático".
Luego del estreno del video llegaron los comentarios y las interpretaciones. Uno se destaca en YouTube por lo extenso y porque la re vive: "Ella ya estaba quebrada. Vivía una relación abusiva con alguien que al principio la idealizo ('Dice que soy un ángel’) trataba como un objeto decorativo, como una pintura colgada ('Tanya Loca'). Después de la ruptura con solo cruzárselo, le agarraban ataques de pánico ('Buenísimo', 'En el baño sigo ahogándome por dentro'). Después de ese viaje, se da cuenta de lo jodido que es amar. Y acá yo creo que el que habla es Antonio, que sí la quería, pero ella no estaba lista para enfrentar su oscuridad interna y sanar (...)".
A Juana estas lecturas la divierten, pero descarta el plano sentimental: "Me gusta leerlas y que sean distintas. Por eso, trato de no explicar mucho lo que en mi cabeza significa la historia, o Tanya, pero sí creo que solemos llevar todo a algo más romántico en general. Como 'Ay, ese es su novio, su ex tóxico'. Tal vez nada que ver, tal vez es otra cosa totalmente distinta que no tiene que ver con un ex".
Juana y la salud mental
Tanya aparece en escena corriendo. Hay violencia en las imágenes, la cámara se mueve frenética, y los sonidos y las distorsiones transmiten ansiedad. Ese estado alterado, tiene una inspiración concreta de la vida real: la cantante y actriz estuvo viviendo episodios de pánico recurrentes.
"Creo que a partir de la pandemia hubo algo que nos pasó a varios: estar encerrados y tener los pensamientos más oscuros del mundo. Esos pensamientos se me pegaron bastante y tenía ataques de pánico todos los días. Era estar hasta las cinco de la mañana desesperada por pensar que me iba a morir y no poder hacer nada. Llamaba a médicos como loca. Después de la pandemia seguí igual, me mediqué, tratamiento, todo. Siento que es un tema bastante común. Mucha gente, amigos, amigas, vivimos en un mundo muy rápido, con mucha ansiedad."
Juana y las canciones indie
Si bien son tres los invitados del disco (Marttein, Santiago Motorizado y Chita), hay uno que representa algo bastante diferente a Juana Rozas, por sus sonidos y hasta generacionalmente hablando. El cantante de El mató a un policía motorizado comparte con ella "Ridículo", una canción indie platense de manual. No hay distorsiones, hay un canto melanco, un momento luminoso y el contraste es grande con las imágenes del corto, ya que se ve una Tanya perdida a la que le terminan rompiendo una botella en la cabeza.
Juana explica cómo fue el encuentro: "Me acuerdo de que publicó un tema mío en Instagram y me pareció raro que a Santi le guste un tema mío, nada que ver con su música. Y hablamos un montón. Me dijo que había escuchado Vladi, que había escuchado un montón de temas, estaba muy emocionado. Yo estaba terminando ese tema con los chicos. Y dije 'che, me acaba de hablar Santi, este tema es muy para él'. Yo literalmente había dicho que quería hacer 'un tema indie'. Se lo mandé y le copó".