Cuerpo y fibra. Sacrificio y victoria. Azar y tragedia. El bailarín que acaba de ganar la edición doméstica de Red Bull: Dance Your Style y que representará al país en su versión internacional, el 11/10 en Los Angeles, contra otros 59 bailarines de 51 nacionalidades, está aquí sentado tan campante, contando su fábula, narrando su propia historia: anda dócil, tranquilo, en una comunión que ahora mismo podríamos tildar como liviana o enfocada. Aunque, si lo mirás bien, se le van de paseo continuamente los pies y las manos tras un ritmo o un compás. Le brota solito el pim, pum, pam, pum, pam, pim.

Habla de su infancia en Neuquén, de esa crianza entre mujeres. "La que más me llevó a baile y a las artes marciales fue mi abuela", dice. Para Sebastián Solís, alias Mortem, el campeón, esa crianza, esos primeros años, hicieron mella: "Mi abuela insistía en que escuchara la música. 'Escuchar la música', esa frase me resonó siempre". Tuvo una infancia compleja pero "todo fue mejorando".

Entre los pibes millennials –Solís nació en 1993–, bailar no era algo tan común. O al menos no lo era allá, en la Patagonia argentina. Las figuras de su madre, abuela y tías configuran una especie de panteón emocional. "Para mí, una figura masculina fue Pedro, un tío que tuve, que era un hombre que resolvía. Era una imagen fuerte. Él me adaptó una patineta que compré en Wal Mart y me la convirtió en skate. Y cuando yo tenía 13 años, viajó a Estados Unidos y me trajo de regalo un skate pro. La flasheé bastante."

A partir de ahí, el joven Solís se metió en la movida del skate neuquino y, desde ese punto, se infló de una enorme diversidad musical. "El skate me trajo la ropa y la música. Ahí llegué al punk rock y después al nü metal, que me hizo llegar al rap." Pero allí no bailaba: apenas escuchaba la música, como le había sugerido su abuela. Allí, en esa adolescencia del fin del mundo, estaba forjando una personalidad.

"Pero mi tío se pegó un tiro delante nuestro", escupe seco. Sebastián trabajaba como cadete en la empresa de la familia y ese dolor, esa herida perpetua, derivó en un combustible insólito: "No quería mirar para atrás y no haber hecho nada con mi vida. Esa muerte me echó para adelante. Entonces, tomé esa misión". ¿Cómo se recomponen todos los pedazos de un alma resquebrajada?

Foto: Prensa | Gentileza Red Bull


Un comienzo a 220

Sebastián volvió a bailar. De hecho, no estaba en la cabeza de nadie que hoy, Mortem, sea campeón de la Red Bull: Dance Your Style y, con el envión, esté haciendo los trámites para obtener la visa. "La única que me veía es Dana, mi hermana", tira. Pero ahí estaba: metiéndose en la movida hip hop, dando sus primeros pasos, entendiendo los códigos de un universo que no le era ajeno pero que era, definitivamente, inmenso. "Conocí a un chabón, El Parka, que fue quien me dio cabida en el tema. Un día lo llevé a mi casa porque él había tenido problemas en su barrio y mi hermana me pregunta si le había dicho que bailaba. Yo me quería matar, me daba timidez, pero hoy se lo agradezco", reconstruye.

Fue El Parka, personaje del underground neuquino, quien lo cebó y, de a poco, le fue validando su ego, autorizando su valor. "Él fue quien me hizo pararme de otra forma." Comenzó a bailar en plazas, a colarse en cyphers, a quemarse las pupilas viendo videos de Jabbawockeez, Tight Eyez y Les Twins. A saberse de memoria los capítulos de America's Best Dance Crew, reality que miraba junto a su abuela.

Llegó el aval de Metamorfosis, su primera crew, quienes lo bautizaron como "220", por su "velocidad y electricidad". Su familia empezó a ver este berretín con cierta preocupación: "¿Esto te va a dar plata?", le preguntaban. Tenía 19 años, había dejado el colegio y ya andaba ranchando en plazas, curtiendo DVDs de Independent, Vans y Element, que tenían intrínsecamente su cuota de virus. Incluso, en los márgenes, fue influyendo en cómo bailaban aquellos que bailaban.

"Fue Monti, una leyenda del baile, quien en una compe me hizo parar desde otro lado. Eso incrementó mi seguridad. Entonces, esos 220 se relajaron", cuenta. Llegaron algunas victorias, otras derrotas. Algunos viajes, muchas incertidumbres. "Fui a Chile a la Level Up, que traía a Tight Eyez, a quien yo miraba en Internet –dice–, pero ese viaje fue un cachetazo para mí." Ni siquiera pasó los filtros clasificatorios.

La glorieta y la pandemia

La duda fue inflándose en cada una de sus células. "Ahí recordé a mi maestro de kenpō que me decía que, cuando 'sos color', sos un un tigre y querés responder con velocidad. Pero cuando 'sos negro', sos un dragón, pensás todo hacia adentro." Más tarde se sumó a otra crew, la Non Stop Dance, llegaron más viajes, pasaron algunos filtros. Tiempos de meterle al baile y de desarrollar una disciplina.

Para finales de 2014, Mortem (que todavía no era oficialmente Mortem) ganó su primera competencia en Buenos Aires, en la glorieta de Palermo, con Monti de jurado, porque la vida es una tómbola. Por ese tiempo se hizo amigo de Cachito, de Los Súper Campeones, otro bailarín legendario, que empezó a entrenarlo, a bajarle data de cómo era pagarse la cena bailando en el subte. Un yeite indispensable.

Y el movimiento trajo más gente, que imantó a unas y expulsó a otras. Formó Gaucho Skill, su propia crew, con la que quiso plantar su impronta. Allí fue donde ganó musculatura profesional y desarrolló un chiche que aún hoy lo acompaña: ciertos skills controversiales (poses de armas disparando y violencia autoinflingida), una pizca de ironía y otra más, por qué no, de soberbia. "Afuera de la compe, no. Ahí siempre ando con la mejor", reconoce.

Empezó a ganar plata bailando, a hincharse de popularidad, a sumarse al circuito competitivo sudamericano, a pelar pasos en shows de b-boys. "Entre 2017 y 2019 fueron los años donde más cosas hice. Me vine a Buenos Aires y me la pasé ganando compes. Fue cuando explotó el trap, que era como el punk rock de mi época. Ese nicho empezó a cambiar la dinámica de las compes. La música comenzó a ponerse bandida y, sin buscarlo, coincidió con mi propio tiempo."

Pero llegó la pandemia, un doloroso regreso a Neuquén y un bajón que aún resuena. Se debatió entre dejarlo todo y dejarse estar. Y porque ésta es una novela sin ficción, emergió una situación casi de sci-fi: ¿bailar delante de la compu? ¡Imposible! Pero, púm, la cuarentena puso en el centro de la escena a las coreos & los challenges & los pasitos y, de pronto, los bailarines fueron los nuevos rockstars. Así, antes de desistir, su familia lo empujó a volver a Buenos Aires, donde atiende Dios.

El llamado de la gedencia

Cayó a La Plata, conoció a Agustín Franzoni (bailarín y streamer), creó Hábiles Criaturas, el taller en el que aún da clases. Recibió el consejo del mismísimo Future, bailarín norteamericano: "'En Estados Unidos van a amar tu storytelling', me dijo. Ahí me enteré qué era eso". ¿Su storytelling? Un montón de mañas tomadas de su propia historia, que beben del cuenco de la oscuridad y que las exorciza –en pasos, vía señas– con su cuerpo, las vomita con su baile. Así ganó la Red Bull: Dance Your Style: a puro storytelling, bah. Así, antes de antes, se convirtió en Mortem.

"Ahora las cosas empezaron a funcionar", asegura con cierto alivio. Bailó en el clip de Primer aviso, de María Becerra y la puertorriqueña Ivy Queen. Tuvo sus recaídas –¡se contagió dos veces de dengue!– pero tocó el piso para volver a salir a flote. Hoy vive junto a Luispi, un filmmaker santafesino, con el que graba sus videos y se hace presente en joditas de todo tipo. "Hay algo en mí que recuerda siempre esas viejas fiestas de cumbia, algo que me hace sentir bien y en las que veo la sencillez de las cosas. Hoy, en el baile, 'estamos siendo cada vez más argentinos'. La esencia del baile está en nosotros", explora sobre el ADN de los pasos criollos.

Y profundiza, con una descripción que invariablemente le cuaja a sí mismo: "Los argentinos tenemos como una 'gedencia' al bailar. Hay algo en lo 'gede', que lo reversionamos con nuestra forma y que lo complejizamos desde otra. Tenemos una chispa, una cercanía con lo popular. Bailando tenemos berretines y siempre inventamos algo".

Para la segunda Red Bull: Dance Your Style, Mortem cayó en bondi, como uno más, y se fue campeón, él solito. "Venía con altibajos, como siempre. Hasta que me paré y vi un cartel random que decía Los Angeles. Me empecé a cagar de risa. Ya está, me tengo que permitir sentir esto. Con el hambre que tengo, la tengo que ganar", se dijo. Y la ganó, nomás. "Necesitaba que este año pasara algo con mi vida."

Ahora, en la intimidad, legando la corona de Aieta San, le dicen que "ganó el pueblo". Después de la Dance Your Style, terminó cansado mentalmente pero allí, en ese trajín, en ese escenario fifí emplazado en el Planetario Galileo Galilei, se despojó de tecnicismos y entronizó toda su energía en "lo gede". Encontró su tonalidad, su conexión con el público. Sintonizó con ese momento y fue como un "ahora sí, ya está".

  • ¿Cómo te ves para competir en Los Ángeles?
  • Tengo mucha información que saqué por deducción y otra por conjetura. Esas preguntas se van a responder allá. Me tengo fe, como no me he tenido en otros momentos de mi vida. Un deseo individual es hacerme conocido afuera. El deseo colectivo es representar al país. Siento que represento a los pibes que están "en otra" y quiero dejar en claro que en Argentina… se puede bailar.


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