Arriba quemando el sol
Se llama Trabalhadores y es la muestra que la Casa Firjan en Río de Janeiro estaba preparando para honrar en vida la carrera de Sebastião Salgado, el economista devenido en fotógrafo, considerado hoy como uno de los mejores fotoperiodistas del mundo y un referente que capturó tanto las maravillas de la amazonía como los desgarros de la modernidad. Protagonista de La sal de la tierra, el documental nominado al Oscar de Wim Wenders, y ganador del premio Príncipe de Asturias, son famosos sus retratos de ríos voladores amazónicos (es decir, esos impresionantes cursos de agua en forma de vapor) o sus registros de hambrunas y migraciones forzadas. Pero esta muestra en curso va sobre otro de los mundos que lo conmovía: el laboral. Sin embargo, los honores por la apertura de la exposición acaban de convertirse en homenajes póstumos, pues apenas una semana antes de la inauguración –que abrió este fin de semana– Salgado falleció en París a los 81 años, producto de complicaciones por una malaria contraída en alguno de sus múltiples viajes. “Si no el más grande, uno de los más grandes y mejores fotógrafos que el mundo ha dado”, lo despidió el presidente Lula Da Silva. La muestra estará abierta al público de forma gratuita para honrarlo y fue curada por su esposa y colega, la activista ecologista Lélia Wanick, con quien además creó la agencia local Amazonia Images, en la que trabajó después de publicar en revistas como Time y Life. Trabajadores de Cuba, Ruanda, Brasil o Kazajistán, en las minas o los campos, en líneas de producción o en asentamientos petroleros, aparecen ocupados en sus labores tan cotidianas como monumentales, en un recorrido de 149 fotos de lo que él denominó “la arqueología de la era industrial”. Lo que quería, según contó, era rendir homenaje a quienes construyeron las bases del mundo moderno con su trabajo, a menudo en condiciones inhumanas.
No tan elegante
Era un gran orgullo francés y una delicadeza que no necesitaba más que servirse con una rodaja de limón en los bares más notables. Por eso, mucho más grave que un escándalo sexual, por ejemplo, es lo que vive Francia por estos días con su icónica agua Perrier. Y es que un informe del Senado concluyó que el gobierno encubrió un fraude al consumidor por la mega empresa Nestlé, dueña de la marca, permitiéndole utilizar tratamientos prohibidos para aguas naturales. Aunque hasta hace poco era conocida como el agua de manantial más limpia del mundo, el año pasado Le Monde y Radio France descubrieron graves infracciones en las operaciones de embotellado de Nestlé, que luego admitió haber utilizado filtros prohibidos y tratamientos ultravioleta. Esto convertiría a Perrier en un agua bien medio pelo. La empresa pagó una multa de dos millones de euros para evitar acciones legales, pero la comisión del Senado acaba de afirmar que la oficina del presidente Emmanuel Macron “sabía, al menos desde 2022, que Nestlé había estado haciendo trampa durante años”. Parece que ya no sale tan barato jugar con los íconos locales, ni con el dinero del consumidor, ni con la aspiración ambientalista porque tras el escándalo las ventas del agua bajaron un 23 por ciento. Y si bien quienes conocen el negocio saben que en invierno la demanda de agua mineral cae, están asegurando que ya entrada la primavera, la de Perrier no se estaría recuperando. Todo indica que ni los calores la salvarían del escarnio.
Bailando por un sueño
Monja, beatboxer y con 138 mil seguidores en instagram. Quizás un derrotero poco común para una hermana, pero la brasileña Irma Marizele está decidida a derrotar la adicción a las drogas rapeando. Parece que la hermana Irma ya era popular entre los suyos: nació en una familia de músicos, es nieta de un luthier, siempre quiso ser cantante y se consagró con un disco de música cristiana editado previamente. Pero por estos días, está más famosa que nunca, porque acababa de hacerse viral en todo el mundo un llamativo video donde hace gala de sus dotes de beatboxer, mientras su colega, la hermana Marisa da Paula, la acompaña con el baile. Todo esto ocurre en un programa de televisión cristiana donde un sacerdote en sotana no puede evitar unirse a la extraña coreo. En Youtube, el video ya acumuló más de cinco millones de visitas y las hermanas comentaron que el éxito inesperado podría ser “una señal del espíritu santo”, pero también comprenden que la fama es temporal. “La vocación es mucho más que una rima creativa, es la forma única en que Dios nos llama a cada uno de nosotros a una misión en el mundo”, dijo Irma en su instagram. Pero la cosa sigue escalando y escalando porque las hermanas –que son miembros de la congregación Copiosa Redenção y se dedican a la ayuda de jóvenes con adicciones complicadas– acaban de grabar un video con Penido, un campeón nacional de beatbox de Brasil que no pudo resistirse y las invitó. “Aquí va mi salve. ¡Con todo respeto!”, dice Irma antes de empezar.
Efectos colaterales
Es un plato británico estrella y con historia, dicen incluso que tiene su origen en un festejo por el triunfo sobre el mismísimo Napoleón en Waterloo. Pero el beef wellington, que vendría a ser un filete con un delicioso rebozado de hongos, patés varios y masa filo, y que por estos días está en boca de noticieros y memeros de Australia, Europa y alrededores, ha cobrado todo un nuevo significado. Esta semana, después de casi un año del inicio de una mediática causa que hace poco ha tomado tintes mundiales, la australiana Erin Patterson declaró por primera vez. La mujer protagoniza un juicio que podría sentenciarla a cadena perpetua, después de que tres miembros de la familia de su ex esposo murieran al comer un clásico beef wellington preparado por ella. El asunto es que su versión del plato –ya sea por error o acto premeditado, eso es lo que está decidiendo la justicia– no contenía hongos tradicionales, sino amanita phalloides, una seta muy venenosa más conocida como “el hongo de la muerte”. Los abogados de Patterson dicen que el envenenamiento fue un accidente trágico y terrible. Sin embargo, la mujer de 50 años está enfrentando cargos por el asesinato de Don y Gail Patterson, ambos de 70 años, los padres de su esposo, y de Heather Wilkinson, su tía, además del esposo de esta última, que sobrevivió únicamente por un trasplante de hígado. Parece que Erin había reunido a la familia de su ex para comunicarles que padecía un cáncer de ovarios, cuya falsedad fue posteriormente confirmada. En el historial de su computadora, para más datos, los investigadores descubrieron algunas búsquedas relacionadas al hongo venenoso. Citada como primera testigo del caso, Erin Patterson habló sobre su relación con su exmarido y su familia, sobre su conversión al cristianismo después de ser una atea acérrima, sobre sus dos hijos, de 9 y 14 años, que presuntamente se habrían salvado únicamente porque no les gustan los champiñones, y sobre sus problemas de autoestima. Abundan los datos pero nada es lo suficientemente relevante como para hacer avanzar esta causa, que ha impactado a todos en el pequeño pueblo al este de Melbourne donde sucedieron los hechos. Patterson sigue sosteniendo su inocencia, aunque varios datos han ido enrareciendo el asunto y obsesionando cada vez más a los australianos, que presencian el lento desarrollo de los acontecimientos como si se tratara de setas venenosas que van creciendo al costado del camino.