Con el lema “la alegría es un derecho” como bandera, LaqueteCumbió, una orquesta de cumbia y ritmos latinos con espíritu de banda de rock, se viene abriendo camino hace diez años en territorio porteño. Después de editar varios singles a modo de adelanto, este año publicaron su segundo disco, Arde, que refuerza la identidad sonora del grupo: una cumbia expansiva que dialoga con el folklore, el rock, la salsa y el jazz, y que no se queda callada ante la crueldad del gobierno actual. “Sí, tiene que ver con el contexto prendido fuego y con nosotros prendidos fuego”, revela Nicolás Gort, timbalero de LaqueteCumbió, sobre el título del disco. “Y también tiene que ver con la línea que atraviesan las letras: las diferentes formas del amor. Los amores intensos, a flor de piel”, precisa el músico antes de la presentación de la orquesta este sábado 7 de junio a las 20 en Niceto Club (Niceto Vega 5510).

A diferencia del primer disco, Suena (2019), el nuevo material está integrado por composiciones propias. “El primer disco ya nos había quedado viejo y además empezaba a hacer ruido con la idea que íbamos formando grupalmente y qué queríamos decir”, sostiene Gort. “Entonces, empezamos a componer otras canciones para elegir y después le dimos forma al disco. La idea no era sacar un LP de una sino hacer canciones, grabarlas y sacar simples. Todo eso empezó a tener una lógica, una idea, y le encontramos un eje a todos los simples”, precisa. “Nos dimos cuenta que el eje era hablar del amor en sus diferentes formas. Y al mismo tiempo sucedía un final de ciclo: la pospandemia y el inicio de la derecha más recalcitrante. El gobierno está rompiendo todo, entonces el disco es una especie de resistencia mezclado con contraofensiva. Y nosotros estábamos en el medio de todo eso. Ahí se colaron también las discusiones ideológicas y las cosas que pensamos. Aparecieron preguntas sobre cómo vemos el mundo o qué herramientas tenemos como músicos para ser una especie de válvula”.

El segundo disco de la orquesta se caracteriza por la diversidad de invitados e invitadas. Las colaboraciones de Milena Salamanca (“La promesa”), Cachitas Now (“Mensaje”), Tita Print (“Pasen y vean”), Bersuit (“Tarde”) y Duratierra (“Baila María”), de alguna manera, reflejan las diferentes influencias y referencias musicales que conviven en Laquetecumbió: rock, jazz, folklore, canción rioplatense y más. “Todavía no le encontramos la vuelta el tango, pero ahí también hay una influencia grande”, confiesa Gort. “En algún momento se va a colar. Los percusionistas del grupo, por ejemplo, hemos estudiado juntos rumba cubana y música peruana. Y eso también está dando vuelta. De hecho, ‘Tarde’, la canción que hicimos con Bersuit, tiene aires de candombe. También en vivo hemos hecho canciones de Miranda! o Ricky Martín cumbiadas. Así que el pop también aparece en la orquesta”.}

Otro de los aspectos centrales del grupo es el trabajo de las letras. De hecho, esa es una de las novedades que aporta la cumbia porteña en los últimos cinco años: otro tipo de poética, otras temáticas. Algunas tienen que ver con los feminismos y el campo de los derechos humanos. En Arde, por ejemplo, hay una canción que reflexiona sobre los cuerpos diversos y reales, "XL". Incluso resultó ganadora del "Concurso Federal de Canciones libres de violencia de género" organizado por los Ministerios de Mujeres, Géneros y Diversidades y de Cultura de la Nación en 2022. “Es una canción de Nadia Puértolas –una de la cantantes- y es autorreferencial. Ahí cuenta su propia historia, habla del amor propio”, resalta Gort. “Es muy difícil una confesión así, aunque al mismo tiempo es una denuncia. La letra tiene un mensaje muy claro y contundente. Un montón de gente se hizo eco de eso. De hecho, las chicas del colectivo Mujeres Que No Fueron Tapa usaron la canción para la campaña ‘Hermana, soltá la panza’”.

-En la cumbia como género siempre estuvo la discusión sobre qué y cómo decir. ¿Es importante el mensaje, para ustedes?

-Hubo un desarrollo de clase para la cumbia, como le pasó al tango también. Siempre estuvo asociado a la marginalidad y a los barrios populares. Hizo un derrotero por el interior y después llegó acá. En 2000 explotó la cumbia villera, y reflejó un sentir y una forma de decir de un segmento de la sociedad. Quizás estaba instalada la idea de que la gente escucha música como divertimento (en boliches y fiestas), no como consumo cultural. Con el tiempo el "escucho todo menos cumbia" pasó a "este tema está re bueno". Luego, penetró en todas las clases sociales. En 2011 o 2012, la cumbia empezó a entrar a la clase media. En Ciudad de Buenos Aires aparecieron bandas como Cumbia Hasta el Lunes, la Delio Valdez, la Orkesta Popular San Bomba, Sonora Marta la Reina. Se gestó una movida con gente que, por ejemplo, pasó por un conservatorio de música y formalizó su educación. Dentro de la clase media hay actores culturales que están desarrollando esta música con un montón de elementos que vienen de otros lados. Y cuentan también otras cosas, aparece otra poética, como es nuestro caso. No era habitual decir ciertas cosas en las letras de cumbia. Nosotros hablamos sobre nuestro entorno y nuestro contexto.

-¿Qué implica la organización en forma de cooperativa?

-La idea es que se armen grupos de trabajo para ir encargándose de todo lo que conlleva llevar adelante un proyecto como este, tanto desde lo artístico como lo administrativo. También tratamos de pensar desde lo comercial cómo sostener y desarrollar el proyecto. Cómo aplicar a subsidios, programas de financiamiento y premios. Con el Ministerio de Cultura de la gestión anterior logramos conformarnos como una cooperativa formal. Ahora con este gobierno se detuvo todo, no tienen interés en desarrollar estas formas de organización económica. Sin embargo, continuamos con la lógica de cooperativa y seguimos resistiendo.