Horno de barro
Ciudad Jardín no es un barrio más del oeste bonaerense. Este lugar nació con una idea utópica: la de ser una zona donde la arquitectura, los espacios verdes y la vida comunitaria se mezclaran en armonía. Hoy, a más de cien años de su creación, esa esencia original se mantiene. Acá todo parece un poco más tranquilo, más amable. Las calles con nombres de plantas y aviadores, los negocios de toda la vida y una comunidad de vecinos que se saluda al cruzarse. Tiene alma de pueblo, con un pulso cultural y gastronómico cada vez más vivo.
Franqito aterrizó en Ciudad Jardín como una bocanada de aire fresco: cuatro amigos del barrio, con Santiago Amin al frente, chef que en 2007 ya había encendido la zona con un restaurante de autor que duró siete años. Hoy, mientras regentea la gastronomía de varios bodegones porteños reconocidos (como El Octavo o Miramar), Santiago vuelve a su lugar de pertenencia con una propuesta de calidad. El alma del local es un horno de barro construido por él mismo y su cuñado alfarero: “Queríamos que se luzca, que se vea desde cualquier mesa”, explica. De allí salen pizzas crujientes como la Fungi, con mozzarella, portobellos, albahaca y limón o la Lodelpa, coronada con salsa roja, mozzarella, lomito, morrón y tomillo (entre $14400 y $18600).
Para abrir el apetito, se puede arrancar con la sección de platitos: tortilla babé con chorizo colorado ($9500) o langostinos al pimentón y lima ($12800), perfectos compañeros en la carta de vermús, sidras y tragos clásicos. Dentro de los principales, destacan el risotto de hongos y queso azul ($18600) y el bien invernal pastel de papa con osobuco braseado que se deshace de tan tierno que es ($18600).
El espacio suma mesas comunales, servicio atento y música suave que permite la charla. La comida se redondea con un affogato o un tiramisú, postres simples y bien ejecutado. El salón, con una pequeña barra, luces ambarinas, unas pocas mesas, late al ritmo de esa mezcla entre pueblo y barrio que define a Ciudad Jardín. Franqito marca así la vuelta de un cocinero a su localidad, con una propuesta que brilla con luz propia.
Franqito queda en Aviador Franco 62. Horario de atención: miércoles a domingos, de 19 al cierre. Instagram: @franqito.ba.
Amor por el pan
Basta con caminar por las calles de Ciudad Jardín para que los chalets bajos, las veredas generosas y el aroma a jazmines cuenten su crónica de comunidad. Ese pulso hoy se hornea en Manteca, una panadería de masa madre que se volvió faro gastronómico para los locales. Todo empezó cuando tres amigos –Vladimir, Santiago y Mauro– decidieron cambiar charlas de café por madrugones frente al horno, con el objetivo de ofrecer panes y bollería de calidad. La idea, que sigue vigente, fue la de mostrar la precisión de la pastelería francesa, pero con una perspectiva local que no olvida los sabores que tanto gustan a los argentinos.
La oferta rota cada semana: entre los clásicos de siempre están la baguette de costra crujiente ($2500), los panes integrales ($4500) y de campo ($4500) o una deliciosa focaccia al corte –con papa y romero, cebolla o tomates confitados– a $4300. Las croissants ocupan un espacio protagonista: está la clásica ($2100), la de pistacho, la de frambuesa ($3500) y la de chocolate y avellana ($3500). Las medialunas son estrellas de la casa: salen $1500 la unidad y se acaban temprano. Hay rolls de canela o de queso parmesano ($2300), palmeritas de hojaldre golosas ($2500) y facturas danesas con crema pastelera, dulce de leche o frutas de estación (desde $2500). Suman clásicos franceses como el pan de chocolate ($2500) y, cuando el calendario lo dicta, especialidades como las roscas de Pascua con mucha crema pastelera, chocolate amargo y frutos secos o un pan dulce de miga húmeda y abundantes frutos secos. Todo se hornea a diario y llega al mostrador aún tibio; la rotación es rápida, la producción fresca y el público del barrio ya lo sabe: conviene llegar temprano para elegir con calma. Más que una panadería, este local se presente como el manifiesto de tres vecinos que amasan con amor por el barrio, respeto por el oficio y la férrea decisión de hacer bien las cosas. Todo, con ese delicioso aroma de la manteca dorándose al calor del fuego en cada amanecer.
Manteca queda en Av. Ricardo Balbín 2692. Horario de atención: miércoles a domingos, de 9.30 a 13.30 y de 15.30 a 19. Instagram: @manteca.panaderia.
Un nuevo clásico
En una esquina de arboleda imponente, a pocos metros de la bellisima Avenida Wernicke y frente a la famosa Plaza de los Aviadores, siempre huele a pan recién hecho. Ahí, hace poco más de un año abrió Esquina Obrador, un café, bar y panadería que funciona de lunes a lunes, durante todo el día, a modo de refugio de un barrio que le da la bienvenida. Detrás hay tres socios que se reparten el oficio con precisión de relojero: el panadero Ezequiel Raspandi, el pastelero Manu Moreira y el cocinero Santiago Amin, el mismo del vecino restaurante Franqito, quien afirma: “Queremos tener el mejor producto del barrio”.
Las medialunas de manteca ($2800) brillan al lado de las facturas del día ($3000) y los esponjosos croissants ($4000 los clásicos, $4800 los de pastelera o dulce de leche). Se suman cookies, alfajores y alguna torta golosa que va cambiando a lo largo de la semana.
La barra de café recupera el menú de especialidad, desde el espresso clásico ($2500) al flat white ($2700), pasando por un Esquina Tonic (espresso, hielo, tónica, jugo de naranja $4200). Para quienes buscan algo salado, los panes recién hechos sirven como base para sándwiches con guiños propios: por ejemplo, hay un prensado de pan de molde con queso azul, peras y nueces ($6500), también una ciabatta de pollo, provolone, lechuga y panceta ($18500). Se suman ensaladas frescas, sándwiches de miga y empanadas ($ 3000), con rellenos que van de los clásicos y a otros más imaginativos.
A la noche, el horno de pizza toma calor y protagonismo. La Nápoles llega con salsa de tomate, mozzarella, tomates en rodajas, reggianito, olivas negras y provenzal: de piso crujiente, los precios arrancan en los $18000. Para beber hay vermú, jugos caseros, licuados y cócteles directos.
Esquina Obrador no intenta inventar la rueda: su apuesta es ir por lo conocido, pero con calidad, técnica y sabor. Un lugar donde desayunar laminados, almorzar sándwiches y cerrar la noche con pizza y vermut, todo sin salir del barrio. Más que suficiente para esta esquina que se está convirtiendo en un clásico de Ciudad Jardín.
Esquina Obrador queda en Aviador Wernicke 2899. Horario de atención: lunes a lunes de 8 a 23:30. Instagram: @esquinaobrador.