El gobierno se subió eufórico al último dato de inflación para celebrar y repetir por millonésima vez que su plan económico marcha a la perfección. La cifra del 1,5 por ciento mensual fue la más baja en los últimos 5 años y alimentó el relato del equipo económico. Se habló del ancla fiscal como el principal factor para explicar la moderación de los precios. El ancla del dólar, el nivel de las reservas internacionales y el endeudamiento brillaron por ausencia.
En el mercado escuchan los cantos de sirena del gobierno, no hacen preguntas y aprovechan el ciclo de bicicleta financiera. Pero en la práctica ningún inversor parece estar realmente convencido sobre el futuro de la macro local. Las acciones de las empresas argentinas en Wall Street acumulan bajas de hasta 20 por ciento en el año. Los bonos soberanos registran pérdidas de hasta casi 11 por ciento y el riesgo país sigue arriba de los 650 puntos.
La falta de confianza del mercado puede atribuirse a una causa evidente. En el gobierno siguen acumulando deudas y anunciando medidas que parecen manotazos de ahogado para intentar inflar las reservas internacionales y evitar sobresaltos cambiarios hasta las próximas elecciones.
Señales
En los últimos días hubo varios ejemplos para argumentar este punto. Se adjudicó un repo por 2000 millones de dólares con bancos internacionales con una tasa de más del 8 por ciento. Es la segunda vez en el año que se necesita este tipo de suplemento (a inicio de 2025 se habían pedido 1000 millones).
Al mismo tiempo, se definió un cronograma de endeudamiento de corto plazo por el equivalente a 7000 millones de dólares para los próximos meses. Se hará una colocación mensual pensada en inversores extranjeros para que puedan apostar hasta 1000 millones de dólares por mes a la tasa de interés en pesos de la argentina y aprovechar ganancias de carry trade.
Uno de los puntos que más impactó sobre este último anuncio es que viene acompañado de un cambio en los plazos mínimos de permanencia de las divisas que llegan al país para realizar inversiones financieras.
Hace un mes, el gobierno había armado un esquema que estimulaba la llegada de dólares de corto plazo pero que imponía un mínimo de 180 días en el país antes de poder llevarse las ganancias hacia el exterior. Pero en la última semana directamente se eliminó este plazo mínimo de permanencia. Se dio vía libre a las colocaciones de capitales golondrinas.
La situación deja en evidencia uno de los principales problemas que enfrenta el gobierno hacia adelante. Los dólares que consigue para cerrar el bache de la cuenta corriente son puramente especulativos o de organismos internacionales. Los fondos de inversión como Blackrock o Templeton por ahora no asoman ni la oreja y la colocación de bonos soberanos sigue trabada.
El país no tiene acceso al crédito externo para refinanciar capital sino que se apoya en una deuda de corto plazo cada vez más abultada y empieza a volverse vulnerable al humor de estos inversores especulativos. La Argentina tiene experiencia de sobra en la materia. Todavía están frescos episodios como los del desarme masivo de las Lebacs en 2018.
El gobierno sigue festejando el ancla fiscal, mira el dato de inflación de mayo y quiere convencer al mercado que hacia adelante sólo estarán las mieles del éxito de su programa económico. Pero entre los inversores circulan números que hacen pensar que hay otro cantar. Uno de estos es el del balance comercial. Si las exportaciones suben al 2 por ciento y las importaciones aumentan al 40 por ciento interanual, no es necesario tener el Nobel de Economía para intuir que en la hoja de ruta de mediano plazo las cosas no encajan.