En 2005, María del Carmen Díaz trabajaba en el sector de limpieza de micros de Flechabus. Cuando quedó embarazada de mellizos no tuvo otra opción que dejar el trabajo, una situación que atraviesan muchas mujeres que interrumpen su trayectoria laboral para dedicarse a la crianza de sus hijxs, pasando a depender económicamente de su pareja. Después de eso vino la separación, el progenitor de sus hijos no cumplió con la manutención y María pasó a ser jefa de hogar, tuvo que salir a buscar trabajo con más de 30 años, una tarea difícil de lograr en un mercado laboral formal que siempre busca "personal joven".
María consiguió trabajo cuidando adultos mayores y limpiando casas de lunes a lunes, sin descanso, vivía para trabajar. Salía a las seis de la mañana de su casa en la Villa 31 y regresaba, con suerte, a las nueve de la noche. Hoy solo trabaja tres veces por semana, porque sus empleadores tuvieron que recortar horas.
Una trabajadora de casas particulares gana alrededor de 2800 pesos la hora, eso a María ni siquiera le alcanza para comprarse un almuerzo. "Comer un sándwich, para mí, son dos horas de trabajo y no me conviene comprarlo porque en vez de gastar plata en eso, tengo que comprar, por lo menos, un maple de huevo con arroz para mis hijos, hoy comer un huevo con arroz es un lujo. Ya no podés comer nada, no hay fruta que no salga mil pesos. Además, el aumento del boleto del colectivo nos perjudica mucho, toda esta inflación nos perjudica totalmente. Ya ni siquiera me siento pobre, me siento indigente y me da bronca trabajar tanto y ser indigente", denuncia.
Discriminación y trabajo esclavo
Desde el 2016 María comenzó a organizarse con otras trabajadoras de casas particulares: "Íbamos a las villas a buscar compañeras y nos encontramos con mujeres que estaban pasando situaciones muy terribles, mucha discriminación y hasta trabajo esclavo. Mujeres que no podían salir de su trabajo porque no tenían a dónde ir y las hacían trabajar sábado y domingo", cuenta.
La primera vez que salieron a la calle -como agrupación por ese entonces- fue en 2019. "Empezamos a golpear puertas que nadie nos abrió, solamente nos recibió la izquierda. Ahí conocimos a la compañera Vanina Biasi, quien nos ayudó un montón y con ella logramos imprimir los primeros volantes que decían cuáles eran nuestros derechos. Después nos sumamos al Polo Obrero, durante la pandemia nos dieron una gran ayuda para muchas compañeras que se quedaron sin trabajo porque en los comedores del Polo Obrero encontraron un plato de comida", recuerda.
Hoy María es secretaria general del Sindicato de Trabajadoras de Casas Particulares (SiTraCP). En el 2022 realizaron la primera movilización al Ministerio de Trabajo para reclamar un aumento salarial de emergencia, desde ese momento a la actualidad la situación sólo empeoró, con millones de mujeres que trabajan en la informalidad y sin estadísticas o cifras oficiales que permitan analizar la magnitud de las problemáticas que atraviesan como trabajadoras.
¿Cuál es la situación actual de las trabajadoras de casas particulares?
--Nosotras venimos padeciendo desde hace muchísimos años el olvido de parte del Estado, incluso después de la aprobación de la ley 26.844 de Contrato de Trabajo para el Personal de Casas Particulares en 2013, una ley a la que le falta mucho, pero al menos la tenemos. Desde que asumió el gobierno de Milei nuestra situación empeoró, nosotras dependemos del salario de otro trabajador, porque quien nos contrata casi siempre es un trabajador. Los despidos de las empresas que están cerrando nos afecta directamente porque nosotras trabajamos en la casa del señor que sale a trabajar a la oficina, las médicas y otros profesionales, nosotros somos esas empleadas que hoy nos estamos quedando sin trabajo también. Hay mucha pérdida de horas laborales, al quitarnos horas tenemos menos trabajo y nuestra posición económica se va al tacho.
¿Cambió el panorama para las trabajadoras en relación a la demanda?
--Conozco muchas compañeras que se han quedado sin trabajo o que iban a trabajar de lunes a viernes y hoy están trabajando sólo tres veces por semana. Muchas son compañeras que asisten a gente mayor, jubilados que dependen de nosotras porque ya no pueden hacer el trabajo en su casa, pero al tener un salario que no aumenta no nos pueden pagar. Yo trabajaba todos los días y hoy trabajo nada más que tres veces a la semana. Conozco compañeras que trabajaban tres veces a la semana y ahora van solo una vez.
El préstamo del FMI no llega a la clase trabajadora
¿Esa pérdida de horas se debe a que el rubro sigue estando en la total informalidad?
--Claro, seguimos muy precarizadas porque no tenemos una contratación fija. La precarización siempre existió pero hoy es muy alta, vemos compañeras de 60 años que trabajaron toda su vida en la informalidad, nunca tuvieron aportes y no lograron entrar en la moratoria porque Milei sacó ese derecho. Esa compañera es la más perjudicada y estamos hablando de un sector como el nuestro muy vulnerable porque trabajamos precarizadas, muchas veces los empleadores nos mienten, nos dicen que están aportando la jubilación y cuando vamos al ANSES no hay ningún aporte. El gobierno no tomó en cuenta cómo perjudica el fin de la moratoria a muchas compañeras que trabajaron para tener una jubilación digna. La culpa no es del trabajador, sino de los empleadores que no aportan y eso sucede porque tenemos un estado abandónico hacia la clase trabajadora.
¿Cuál es el monto establecido que debe percibir una trabajadora de casas particulares por hora?
--Es una miseria el monto, en abril tendríamos que cobrar 2.863 por hora, comparálo con el precio de un maple de huevos y "con cama adentro" te pagan 3.454 pesos. Es una vergüenza lo que cobramos. Muchas de nosotras somos jefas de familia, nuestros hijos tienen más de 15 años, ya no cobramos el salario universal ni tenemos la tarjeta alimentaria, nuestros hijos tienen 18 años o están saliendo de la secundaria. Yo, por ejemplo, quiero que mis hijos sean profesionales, que estudien y para eso tengo que ayudarlos ¿Cómo puedo ayudar si nuestro salario es miserable? Me da impotencia no poder comprarle una buena zapatilla a mis hijos, tampoco consiguen becas porque están restringidas. Antes te jubilabas y mínimamente podías disfrutar un poco con tu familia, pero hoy hasta los jubilados tienen que seguir trabajando, es una vergüenza. No podés hacer trabajar a gente grande que tiene problemas de salud. El préstamo del FMI no llega a la clase trabajadora, porque hasta dejaron de darle alimentos a los comedores. Cómo le pueden quitar el plato de comida a esa señora que está peor que yo. Hay cosas que como pueblo nos tienen que despertar, tenemos que abrir los ojos porque cada gobierno que viene nos hunde más.